En septiembre de 2016 realizamos nuestro tradicional retiro en la selva, en el Albergue Chicoruna del curandero vegetalista Don Luis Panduro. Abrimos el espacio a pacientes que realizan tratamiento en Manto Wasi, con el propósito de profundizar en sus procesos y aprovechar el trabajo con las plantas en su lugar de origen. Compartimos algunas fotos y relatos de sus experiencias…

“El trabajo de las plantas es mágico, son seres vivos que tienen energía, y yo la sentía. Dieté una planta sagrada que me hizo sentir mis propios miedos, soportarlos, enfrentarlos y deshacerme de ellos. Me hizo tomar conciencia de cómo a través del dolor me fortalecía y me estaba sanando. Sentía que el dolor tomaba formas de recuerdos, al mismo tiempo sabía que me estaba desprendiendo de ellos.

Dieté una segunda planta que me hizo tener una introspección muy intensa. Estuve tres días tomando conciencia de mi vida, en una conversación íntima conmigo misma, entendiendo, aclarándome, a través de los sueños, de la voz interior que tomaba forma en el pensamiento.

La Ayahuasca fue marcando el avance de mi retiro con enseñanzas, con limpiezas, con regalos de la selva, con poder y fuerza para mí. Cada ceremonia era un aprendizaje, a veces una limpieza, otras veces una muerte, y yo iba siendo cada vez una nueva persona, y eso me hacía sentir muy bien.

La experiencia en la selva te acerca al mundo de las plantas en un contexto real, al origen. A ese viaje lo llamo el viaje de mi vida, el viaje en que me desprendí de lo que era y nací otra vez con un corazón renovado y con las riendas de mi nueva vida en mis manos. La vida que iré construyendo yo misma, pero esta vez muy consciente, más despierta y más alerta para enfrentar mis debilidades y corregir mis acciones antes de tomar decisiones. Sólo puedo estar agradecida por este regalo en mi vida, por este camino de sanación que me hace sentido y me enseña a ser más feliz y libre.”


“Mi decisión de realizar este retiro estuvo motivada por la necesidad de poder salir adelante de un proceso personal bastante complicado por el que estaba pasando, para poder sanar, entender, avanzar y salir adelante.

El lugar donde llegamos es un mundo como de cuento, en medio de la selva, sin energía eléctrica, con un clima caluroso, con días y noches en los que parecía que el tiempo adquiría un ritmo diferente. La persona a cargo del lugar es Don Lucho, el maestro de Rumi, que es todo un personaje: muy alegre, comunicativo, lleno de energía e historias muy interesantes, siempre dispuesto a conversar, a compartir sus conocimiento y ayudarnos a todos.

El trabajo que realizamos fue intenso. Considerando la naturaleza del trabajo realizado me parece que es muy importante poder contar con el apoyo de alguien que ayude a integrar las vivencias ocurridas durante el proceso. En ese sentido para mí fue muy importante el permanente interés de Rumi e Ingrid para entender en qué estaba yo, así como su ayuda para poder enfrentar la experiencia con más confianza y para poder ir interpretando y asimilando las experiencias vividas.

La experiencia para mí fue positiva, volví de la selva con nuevas energías y habiendo podido iniciar la sanación de cosas relacionadas conmigo y con mi situación. Fue un buen trabajo y viaje, recomendable para todos aquellos que lo necesiten y que estén dispuestos a confiar y a poner el esfuerzo de trabajo que es necesario para sanarse.”