[vc_row][vc_column width=”1/4″][/vc_column][vc_column width=”1/2″][vc_custom_heading text=”Terapia ambulatoria para el consumo problemático de drogas y/o adicciones” font_container=”tag:h2|text_align:center|color:%23737373″ google_fonts=”font_family:Open%20Sans%3A300%2C300italic%2Cregular%2Citalic%2C600%2C600italic%2C700%2C700italic%2C800%2C800italic|font_style:400%20regular%3A400%3Anormal”][vc_separator][vc_single_image image=”735″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Durante su vida, el ser humano inevitablemente enfrenta situaciones conflictivas y dolorosas. Especialmente durante la infancia, dada su relativa impotencia, el niño, frente a retos que no puede superar, crea espontáneamente mecanismos de protección y sistemas defensivos que le permiten superar situaciones complicadas. Esas estrategias son espontáneas, intuitivas e inconscientes y gracias a ellas puede sobrevivir y continuar creciendo. Toda esta vivencia de la niñez se juega en una escena inconsciente, no racional.

A la edad adulta, aunque la situación haya cambiado y el sujeto disponga de recursos nuevos, si no se dio un contexto favorable, el sujeto sigue usando de los mismos mecanismos defensivos que se han vuelto inadecuados, obsoletos e inadaptados a sus nuevas condiciones de vida. Lo que fue a momento dado una protección o defensa, se vuelve un bloqueo o resistencia, un obstáculo a su propia evolución. Se trata entonces de un adulto aparente que actúa en base a mecanismos infantiles. La dificultad a nivel psicológico es que esos mecanismos de defensa no fueron calculados, pensados, reflexionados, sino intuitivos e inconscientes; es decir, manejan al sujeto sin que se de cuenta de ello.

En este contexto, algunos usos de Drogas o Alcohol pueden tomar un lugar importante en la vida de la persona, desencadenando una relación de dependencia que genere altos montos de malestar en el sujeto y su familia. Para sanar esta situación, se debe comprender la función que dicha dependencia cumple para el individuo y su entorno, a través del abordaje de su historia de vida, y por sobre todo de aquellos eventos o situaciones complicadas que propiciaron la aparición de mecanismos de protección y sistemas defensivos. Es en esta historia donde se encuentran los nudos centrales que mantienen atada a una persona a una adicción o consumo problemático de drogas.

Bajo estas consideraciones, finalizar una adicción no es sinónimo de dejar de introducir una sustancia en el organismo, como si de una problemática mecánica se tratara. Hacer algo así consistiría más bien en llevar a cabo una desintoxicación, pero no una terapia para tratar la dependencia o el consumo problemático de drogas. Se debe tener en cuenta que una relación de adicción con una sustancia es siempre una situación que tiene algún “sentido” en la historia de vida de la persona, y que nunca es algo vacío. Así, curar estos malestares implica sanar aquello que llevó a una persona a consumir, comprendiendo el significado y función que cumple ese consumo en su vida, en vez de considerarlo como un hecho aislado y sin sentido que debe ser tapado o silenciado con medicamentos. De esta forma, se debe tratar el origen del problema y no necesariamente su consecuencia visible, actual y concreta.

Una forma adecuada y eficaz de abordaje de estos problemas desde esta perspectiva, corresponde a la utilización de la ayahuasca y otras plantas maestras en conjunto con la psicoterapia hablada clásica, trabajo que realizamos en Manto Wasi. En un contexto ceremonial ritual, la ayahuasca ha demostrado ser una medicina efectiva para diversos padecimientos psicoemocionales, como por ejemplo: depresión, inseguridad, ansiedad, trauma y diferentes condiciones de crisis existenciales o momentos críticos de la vida que requieren de apoyo y guía, así como en el abuso de drogas y alcohol.

Los efectos terapéuticos de los rituales de ayahuasca no se pueden explicar exclusivamente por la acción farmacológica del brebaje, ya que para que se manifiesten también se requiere del contexto estructurado de las ceremonias y de la intervención del curandero. Este último modula de forma adecuada la dinámica de los efectos de la ayahuasca a través del canto de los Ikaros, los que producen efectos rehabilitadores reales y concretos dentro de un contexto terapéutico. De esta manera el curandero no es un simple convidador que sabe cantar, sino un agente esencial de regulación de la sesión, específicamente sobre sus aspectos colectivos e individuales.

La inducción de modificación de la consciencia mediante la ayahuasca produce una reducción temporal de las funciones racionales del hemisferio izquierdo del cerebro y una amplificación de las funciones analógicas del hemisferio derecho. Este último es poco sensible a un discurso racional y participa más del campo de la emoción, la intuición y la lógica simbólica. Lo que significa que el sujeto accede en pocos minutos a un espacio emocional y simbólico, a la manera de los sueños nocturnos pero manteniendo la vigilia, la consciencia y la posibilidad de “dialogar” con su mundo interior. La disminución temporal de las barreras racionales permite vencer las defensas mentales habituales y acceder a un conocimiento directo e inmediato del sub-consciente. El uso del material emergente como los recuerdos, símbolos y metáforas, son herramientas que en psicoterapia hablada son elementos inseparables que coadyuvan conjuntamente en el resultado de una terapia ambulatoria.

Estos actos terapéuticos que pueden llevar a cabo el uso ritual de la ayahuasca en conjunto con la psicoterapia, aportan información relevante para el paciente sobre sí mismo y sobre su situación pasada, futura y actual. Debido a la gran cantidad de información que entregan, pueden facilitar el proceso que se está llevando a cabo, volviendo más viable la psicoterapia en los momentos en que el paciente transita por un trabajo de material difícil que le cuesta sobrellevar y sanar a través del trabajo del habla.

A su vez, la psicoterapia colabora proporcionando un espacio de entendimiento y de contención respecto del material que surge a través de la ingesta de ayahuasca y otras plantas maestras. Por medio del habla se va entretejiendo un hilo conductor sobre la propia historia, que va dando sentido a las distintas situaciones cargadas de malestar y sufrimiento que la han vuelto un movimiento de angustia incomprensible. En este recorrido se va insertando el material proporcionado por las plantas -como piezas que faltaban en un puzle-, por lo que la relación adictiva con una sustancia va cambiando de forma y adquiriendo otros sentidos. Es en este proceso de transformación en el que la adicción deja de ser lo que es, dando paso a una nueva forma de relación entre la persona y la droga. De esta manera, cuando algo deja de ser lo que era y cambia su forma, simplemente deja de existir como tal.

Esta forma de abordaje de las adicciones -que combina el trabajo ritual con ayahuasca y la psicoterapia clásica- colaboran para que el proceso terapéutico total sea más efectivo y breve, si se compara con aquel que se puede realizar en un contexto hospitalario clásico que no se encuentra asistido por este tipo de trabajos. Ello se debe a que bajo este formato terapéutico, la ayahuasca opera como un excelente facilitador en los procesos de psicoterapia, así como la psicoterapia opera del mismo modo en los procesos liderados por plantas maestras.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/4″][vc_btn title=”Volver ” style=”outline” color=”inverse” align=”left” link=”url:http%3A%2F%2Fayahuasca.cl%2Fweb%2Fnoticias%2F|||”][/vc_column][/vc_row][vc_row full_width=”stretch_row_content_no_spaces” css=”.vc_custom_1481805918326{background-color: #a5a5a5 !important;}”][vc_column][vc_single_image image=”129″ alignment=”center”][vc_column_text]

CENTRO TERAPÉUTICO VEGETALISTA Y DE INVESTIGACIÓN

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